jueves, 3 de abril de 2014

TEXTOS LITERARIOS





Los textos literarios se diferencian de otros, en primer lugar, por su intención comunicativa, predominantemente estética, es decir, artística: constituyen una manifestación de la actividad humana mediante la cual el autor expresa una visión personal por medio de recursos lingüísticos.
En ellos se crea un mundo de ficción mediante un proceso mimético ( de imitación )de la realidad. Independientemente de la mayor o menor aproximación a la realidad evocada, el mundo creado en el texto literario siempre es imaginario.
En su proceso de creación, los textos literarios se ajustan a determinados modelos, los cuales determinan el género al que pertenecen: así, una obra literaria puede adscribirse al género lírico, al género narrativo o algénero dramático.
Los textos literarios pueden adopta la forma de prosa o la de verso. Estas modalidades textuales no son privativas de un género determinado: a lo largo de la historia literaria los tres grandes géneros han empleado ambos medios de expresión.
El lenguaje literario y la lengua común comparten el mismo código, pero se distinguen en sus objetivos. La lengua común es un vehículo de transmisión de información, mientras que el lenguaje literario es un medio para crear belleza. Las obras literarias pretenden transmitir emociones o contenidos nuevos y sugerentes mediante un
lenguaje connotativo y con una finalidad estética.
El lenguaje literario suele emplear un registro culto, cuyas principales características son las siguientes: cumple la función poética o estética, es innovador (dota a las palabras de nuevos sentidos), exige literalidad (cualquier cambio o sustitución destruiría el mensaje original), y se desvía de la norma mediante los recursos literarios (fónicos – aliteración, paronomasia-, morfosintácticos -anáfora, paralelismo- y léxico-semánticos –metáfora, comparación-), con los que, muchas veces, causa extrañeza al lector.
El lenguaje literario se manifiesta de forma distinta en cada uno de los géneros. En la lírica, predomina la expresión del yo, con recursos como la adjetivación valorativa; en la narrativa, destacan el estilo verbal y el punto de vista del narrador en el relato de las acciones; en el teatro, el diálogo da viveza al conflicto entre los personajes.

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